Hace unos meses tuve una clienta que fue capturada por lavado de activos y concierto para delinquir. Según la Fiscalía, mi representada conformaba una peligrosa organización criminal que fue investigada durante mucho tiempo por diferentes autoridades de Estados Unidos.
Los procesados estuvieron ocho días detenidos mientras se desarrollaron las audiencias preliminares. En ese lapso, mi defendida tuvo serios inconvenientes de salud debido a las múltiples enfermedades que padece. Incluso fue necesario su traslado a un centro hospitalario porque estuvo cerca de un coma diabético.
La solicitud de medida de aseguramiento realizada por la Fiscalía fue negada y los imputados quedaron en libertad mientras avanza el proceso. Sin embargo, hace pocos días, mientras esperaba la acusación formal de mi cliente, recibí una llamada de la fiscal indicándome que quería escuchar la versión de mi representada en una diligencia de interrogatorio. Situación que me sorprendió, ya que se suponía que la investigación era lo suficientemente solida. Tan es así, que hubo más de quince personas capturadas e imputaciones por delitos muy graves.
Como consecuencia de lo anterior, decidí preguntar cuales eran las razones que tenía la fiscal para citarnos a un interrogatorio después capturar, imputar cargos y solicitar una medida de aseguramiento. Lo más sorprendente fue la respuesta: “doctor es que estamos pensando en terminar el proceso porque somos conscientes que se cometieron muchos errores en la investigación, no queremos seguir cometiendo más injusticias”.
No podría afirmar que la Fiscalía proceda igual en la totalidad de los casos. No obstante, esta situación es una muestra de lo que ocurre en muchos procesos penales en Colombia. No les importa pasar por encima de las personas, acabar con su honra, destruir familias o arriesgar la vida de los procesados.
Se volvió recurrente que la Fiscalía capture para imputar o capture para investigar, situación que es aberrante y que merece ser reprochada vehementemente. El sufrimiento de familias enteras no desaparece con una disculpa o con el reconocimiento de un error.
Mateo Coronado Arango.
Socio Castro Muñoz Abogados.